
En septiembre, tras el verano, durante el cual la duración de los días disminuye gradualmente, sucede el equinoccio, y el tiempo nocturno iguala de nuevo al de los días. En ese momento, en que el otoño comienza en el hemisferio norte, día y noche se equilibran armoniosamente.
En la naturaleza, la flor da paso a los frutos, es tiempo de cosechas. Los árboles comienzan a soltar las hojas, que poco a poco alfombrarán los suelos de los bosques, aportando nuevos nutrientes al mantillo de la tierra. Todo se prepara para un cambio de etapa, las aves migratorias viajan al sur en busca de climas más templados, y los colores cálidos del amarillo al pardo tiñen los paisajes.

Las tierras del norte celebran las fiestas de la cosecha, la vendimia, y la entrada al otoño. La vida se repliega, invitando a la interiorización, a la sobriedad y el reposo necesario para renovarse. La Madre Tierra se acurruca y se recoge, íntima, receptiva, fértil.
¡Bienvenido otoño! El ciclo solar se adentra en una nueva etapa, para integrar y consumar los últimos meses del año!


